Madre de la raza mestiza,
yo, fiel creyente de tu poder,
ruego en el nombre de la divina providencia me ayudes,
me liberes de todo mal
y me brindes tu santa protección.
T.G.
Curaduría: Ruth Auerbach
La práctica pictórica desarrollada por el artista visual Theo Guédez ha estado plenamente arraigada, desde sus inicios, a una narrativa identitaria que relata, no solo sus orígenes, sino también un sistema de representación visual con una expresión singular. Asentado en otras latitudes, la distancia geográfica y, así también la memoria personal, le ha permitido repensar y evocar una cartografía urbana y caribeña que emerge de sus propias vivencias y de una idiosincrasia cultural apegada al barrio donde creció. A partir de sus pinturas, dibujos y cerámicas previas, Guédez nos introdujo a la periferia de estos centros urbanos -principalmente del oeste de Caracas-, haciendo visibles las particularidades de un paisaje multicultural y caótico. Nos permitió descubrir, mediante un genuino apego a sus raíces, los diversos códigos culturales que allí confluyen, para expresar la profundidad de sus contradicciones sociales y económicas, los estereotipos, la violencia y, asimismo, el profundo sentido de comunidad y arraigo que allí se percibe.
En Caribe sagrado, su más reciente propuesta expositiva, el barrio ha trascendido un imaginario concreto: ya no se centra únicamente en la representación de sus calles multicolores y viviendas de bloque naranja, las motos frenéticas, la cotidianidad de sus habitantes o la efervescente economía informal. Ahora su búsqueda se expande para explorar el escenario y la atmósfera donde se cultivan, además, las creencias espirituales, así como los símbolos, alegorías e iconografías populares que el artista interpreta gestualmente con su habitual y saturado colorido. Su narrativa pictórica se amplía para transmitir y entregarnos las imágenes genéricas de una crónica sagrada instalada en la memoria individual y colectiva de una parte de nuestro territorio. Como sabemos, el patrimonio espiritual de nuestro Caribe –aquel que se extiende del este al oeste de la costa continental del país– deriva del sincretismo cultural que se ha transmitido por generaciones a partir de mitos, leyendas y cultos que conectan a la población con esa esfera sensible. En el simbolismo de Theo se concilian así una fusión de creencias y tradiciones que moldean la identidad popular venezolana, potenciada por los ritmos vibrantes y una naturaleza exuberante y privilegiada.
Apartado de los formalismos estéticos tradicionales, recrea un imaginario místico que también viaja con él. Este repertorio atesora un compendio de nociones que ilustran la plataforma fundacional de algunas figuras devocionales arraigadas en nuestro contexto. Sus representaciones construyen el referente de una iconografía contemporánea que se percibe, no obstante, como un lugar mental persistente, alimentado por cultos, altares y objetos ceremoniales domésticos, vinculado a los coloridos murales callejeros. Theo observa el (su) barrio como un espacio que no se contradice con la espiritualidad, por el contrario, lo percibe poblado por dioses, héroes y animales míticos que acompañan la vida cotidiana.
El espectro de deidades retratadas como las Tres potencias -la reina María Lionza, el indio Guaicaipuro y el Negro Felipe -representan la plataforma o fundamento simbólico del espiritismo local y la personificación de nuestro contundente mestizaje.
Así, en este inédito material pictórico se manifiesta la diosa ancestral protectora de la naturaleza, montada sobre su dócil danta, elevando al firmamento un hueso de pelvis en señal de fertilidad; el cuerpo desnudo de mujer lo encontramos abrazado a la serpiente, a la contundente vegetación tropical o sumergida en aguas caribeñas. Junto al fiero jaguar o los coloridos riqui-riquis, estas poderosas imágenes entrelazan al sujeto de su genealogía con una cosmogonía infinita; asimismo, personajes afro indígenas que en el imaginario popular se asocian con la fuerza guerrera, la dignidad y la defensa de la tierra. Se erigen como símbolos de resistencia atemporales. Podríamos afirmar entonces que la actual producción artística de Theo Guédez emerge del álbum de memorias ancestrales donde conviven y se alternan sus experiencias con lo espiritual del barrio, la montaña y el mar.
Ruth Auerbach