
Cecilia Paredes Peru, 1950
En su actual exposición, los «fotoperformances» avanzan hacia una frontalidad ahora desviada de artificios y quimeras; nos remiten a un tiempo de madurez y sosiego dando continuidad a sus obras anteriores, y relacionándose reflexivamente con la naturaleza, el futuro y el conocimiento. En la búsqueda de escenarios clausurados y desocupados, Paredes descubre una fábrica de textiles abandonada y vaciada, espacio idóneo para realizar la operación performática de estas producciones ejecutadas en un lapso brevísimo. Allí, los materiales encontrados –retazos de tejidos descartados y materia vegetal– se transmutan en el vestuario idóneo para activar estas ceremonias femeninas que accionan la imaginación y reevaluar una interpretación más sensible del ritual de la vida. El encuentro, La testigo y La hilandera, todas de 2021, registran perturbadoras disposiciones en el espacio vacío, desvencijado y arruinado; parecieran no abarcar un tiempo determinado, por tanto, pueden rememorar –hipotéticamente– un pasado malogrado y fracasado como también un maravilloso futuro post-humanista, desafiando lo natural versus lo artificial, lo biológico versus lo mecánico, ¿incluso la ilusión controlada por la Matrix, tal vez?