Equilibrio Elemental: Emilio Narciso
Curaduría: Ruth Auerbach
La práctica artística en Venezuela– de manera consciente o no- ha sostenido una decisiva continuidad de la tradición moderna del paisaje y de la abstracción del siglo XX durante varias generaciones. En el devenir de la historia reciente, los creadores contemporáneos han desafiado sucesivamente este legado para eludir sus orígenes o, en el mejor de los casos, para reformular los fundamentos heredados y explorar plurales códigos de representación y contenido cultural. La pintura de paisaje y la abstracción geométrica como principales tendencias del arte venezolano, permanecen hoy en el centro de su interés desplegando una experiencia actualizada dirigida a la indagación de diversos medios de expresión. Desde la deconstrucción de la noción tradicional de naturaleza o la enunciación racional de avanzadas geometrías, hasta el cruce y confluencia de categorías híbridas, estas propuestas auspician un enriquecedor intercambio de registros visuales que permiten activar inéditas relaciones de sentido.
Desde sus inicios como artista -a finales de la década de los 90-, el trabajo de Emilio Narciso se vale de argumentos diversos para reflexionar su relación como sujeto sensible ante el entorno geográfico local y la historia del arte universal. De esta manera, sus investigaciones establecen diálogos y correspondencias entre la (re) presentación del paisaje y las estrategias ópticas y geométricas, programadas, para configurar un discurso visual heterogéneo que trasciende el diálogo revisionista de la modernidad, al tiempo que rescata sus indudables resonancias. En la última década y de manera recurrente, su atención se focaliza en la cambiante naturaleza de la luz y sus relaciones como fenómeno físico y simbólico que incide sobre la topografía natural, haciendo énfasis en los principios de serialidad, repetición y superposición de elementos estructurales; en las transparencias, en el ritmo de las armonías cromáticas y en el equilibrio de las proporciones. A partir de estas premisas, descriptivas de la lógica natural, reinterpreta las analogías plásticas que percibe, mediante formas concretas de una geometría básica.
En Equilibrio elemental, su primera exposición en Beatriz Gil galería, Emilio Narciso otorga continuidad a los procesos de creación ya transitados. No obstante, en esta específica selección de obras recientes, la representación del género paisajista no deriva de reproducciones enciclopédicas ni evoca asociaciones retrospectivas: corresponde a la percepción de su entorno más inmediato y a desplazamientos geográficos que incluyen otras latitudes. Desde una perspectiva anímica, individual e intransferible, la mirada fragmentada del artista sobre el horizonte queda revelada mediante técnicas y procesos mixtos incorporados al desarrollo de su práctica. A la exploración subjetiva ejercida sobre el enclave natural, superpone estructuras reticulares como dispositivos que registran la abstracción de fenómenos atmosféricos, desplegando tramas lumínicas y tonales a partir de sencillos ordenamientos geométricos.
El repertorio de piezas desplegadas sobre la instalación mural de patrones geométricos que transita el espacio de la galería, integra dos conjuntos de obras autónomas en relación a los medios y técnicas utilizados. El primero, expone secuencias de paisaje realizadas mediante el uso del fotomontaje digital revelado en papel fotográfico y de la fotografía instantánea Polaroid. Estos registros, distanciados de la relación binaria de los modelos antagónicos de representación -figuración/abstracción- articulan, por el contrario, el encuentro formal de ambos lenguajes y la posibilidad de promover una contemplación íntima, planteada desde la mirada cercana que impone el pequeño formato. Lo geográfico aquí trasciende el contexto y se relaciona con experiencias propias del desplazamiento. Narciso interpreta su entorno más inmediato en piezas que atrapan la panorámica local en Ávila filtrado, Colinas de Bello Monte y Pico El Toro, así también en la perspectiva aérea captada sobre La Guaira vista desde un Boieng 737-800. A la narrativa del objeto-espacio fotografiado se suman ensayos autobiográficos pues ahora el obturador otea paisajes ajenos, introduciendo nuevos relatos en piezas seriadas como 90 millas a Cuba desde Key West, South Beach, Cielos de Florida o Central Park.
Un segundo grupo de obras, integrado por delicadas acuarelas sobre papel, conectan con la esencia de lo natural a partir de experimentaciones visuales que ilustran la trascripción formal de las fuentes luminosas. En una operación inversa a la habitual, se vale del recurso digital para indagar en el trazo afectivo del dibujo y en el deleite sensorial de la experiencia, al concebir estas geometrías “blandas”. Las series Reflejo, Reflexiones superpuestas yReflexiones alteradas configuran una interpretación estética sobre las nociones de luz y transparencia como cualidades atmosféricas del paisaje. La repetición de patrones precisos descubre estructuras ocultas, axiales y simétricas en estas retículas, tamizadas por variables cromáticas y texturas abstractas que, felizmente, nos hacen pensar la luz como un fenómeno más cercano a la visión sensorial de lo real.