Ausencia: Lara Alcántara-Lansberg
Lara Alcántara-Lansberg o el espacio de la ausencia
La fotografía, entendida como instrumento social de registro de las diversas actividades humanas, se convierte en el elemento expresivo de Lara Alcántara-Lansberg. Ausencia, nostalgia, silencio. Emociones y sensaciones que traducen estados del alma y que en algunos casos conducen a momentos reflexivos y de introspección. Esto es lo que transmite el trabajo de la joven fotógrafa venezolana, residenciada desde hace una década en la ciudad de New York, y conocedora del ambiente cosmopolita de la gran manzana.
A través de su lente, Alcántara-Lansberg ha sabido contar las historias que subyacen detrás de cuidadas tomas, donde la carencia de elementos en determinados lugares, o la extensión de espacios abiertos a la naturaleza -como las imágenes que reseñan su trabajo en el lejano oriente-, tocan la sensibilidad del alma humana. Aprendí a ser paciente, comenta la artista en una entrevista. Y es que su trabajo refiere a la paciencia, a saber esperar el momento oportuno para capturar el instante, a buscar con ojo crítico el encuadre ideal. La muestra Ausencia, está compuesta por un total de once imágenes presentadas en formatos diversos, correspondientes en su mayoría, a tres series fotográficas. Ello permite adentrarnos en el relato contado de manera diferente, y cuyo hilo discursivo es precisamente el vacio, la soledad.
De la Serie The Plaza, que refiere a imágenes del icónico Plaza Hotel en New York, -tomadas durante el cierre de sus puertas en abril de 2005 por reformas-, las fotografías de Alcántara-Lansberg manifiestan esa sensación de ausencia que deja el espacio contenido vacio, que alguna vez estuvo pleno por quienes ocuparon aquellos recintos durante décadas. La habitación de hotel bañada por la luz que entra a través del ventanal -contra el que se recorta la silueta de una vieja y mullida poltrona-, se nos revela en completo y desocupado abandono. Las cortinas descuidadamente recogidas a ambos lados del vano, así como la vieja moqueta que muestra signos de prolongado uso, dan cuenta del espacio calladamente abandonado.
En otra instantánea, la estancia luce en penumbras, apenas iluminada por la luz mortecina de una bombilla desprovista de la pantalla protectora de la lamparilla de bronce, adosada a una pared que ya muestra signos de deterioro. Un hermoso y pesado dosel en tela a rayas -ubicado a la cabecera de la cama-, pareciera ser lo poco que va quedando en el lugar, luego de su inminente desmantelamiento, donde hasta la lencería ha sido retirada del usado jergón. El otrora privado y lujoso espacio reservado al reposo y a la tranquilidad de sus huéspedes, se convierte ahora en silente y desatendido lugar, a la espera quizás, de tiempos mejores.
Las imágenes del conocido Tavern on the green en Central Park -al igual que en la serie anterior-, manifiestan el silencio que va dejando el vacío de un espacio público transitado por décadas de glamour y savoir faire, donde la solitaria silla, se presenta como muda protagonista de un último acto teatral. O las teteras en delicada porcelana, se apilan en un quicio de ventana, mostrando las inconfundibles etiquetas de registro, a la espera de la impostergable subasta. Y hasta el tendedero donde se agolpa el vestuario que en alguna ocasión utilizaron sus empleados, anuncia al espectador tiempos confusos y de cambios. Tavern on the green cesó en sus actividades, luego de la fastuosa cena de fin de año, este pasado diciembre de 2009, dejando entre sus asiduos visitantes un sentimiento de melancólica nostalgia, que recogen las imágenes captadas por Lara Alcántara-Lansberg.
La serie Asia 2007, realizada durante un viaje de la artista al Lejano Oriente, nos acerca al misterioso continente; lugar de una cultura milenaria que rinde tributo a la paciencia, a la reflexión y al silencio. Las imágenes relatan la historia bien a través de su monumental arquitectura, de construcciones derruidas, de amplios y solitarios espacios naturales o en ocasiones, desde sagrados lugares que conviven con la frondosa naturaleza y donde la figura humana, es apenas un eventual acontecimiento. Imágenes que sin duda quedan atrapadas en la pupila del espectador; pero que pretenden alojarse en el pensamiento y la memoria de quien las observe.
Lieska Husband de Hernández
Después de las Fiestas
En su trabajo más reciente Lara Alcántara-Lansberg nos devela con confianza, curiosidad y creatividad, nuevos y conmovedores aspectos del restaurante Tavern on the Green y del Hotel Plaza. Que gran logro! Durante tres cuartos de siglo, estas dos venerables instituciones de Nueva York, enclaves de glamour y sofisticación, fueron imanes fotográficos. Innumerables amateurs y profesionales retrataron -desde todos los ángulos y puntos de vista- bodas, Bar Mitzvahs, galas benéficas, premiaciones y otros eventos especiales. Sin embargo, para el momento en que Alcántara –Lansberg tomó sus fotos, el restaurante de Central Park ya no servía comidas y los turistas ya no podían reservar habitaciones con vista a la Quinta Avenida.
Las fotos de Alcántara-Lansberg están impregnadas de un tono elegíaco. Nos muestran cómo sitios que una vez fueron alegres y animados, se ven después de que cierran sus puertas. Nadie esta celebrando. Pero claro, no hay nadie presente. Las fiestas terminaron. Las teteras se apiñan en la repisa de la ventana. Limpias chaquetas blancas, algunas aún envueltas en plástico, cuelgan de un perchero. Las camas están deshechas; bombillos desnudos iluminan las habitaciones. Cómodas poltronas ya no proveen confort; los asientos de los comedores están vacíos y hasta a los letreros les faltan letras.
Alcántara-Lansberg ha fotografiado memorias. Sorprendentemente, ha logrado esto enfocando su cámara en objetos aleatorios, y no en las personas que solían congregarse en las mesas, ni en las parejas que bailaban toda la noche. Sus imágenes nos muestran cosas que se utilizaron en tiempos mejores y desatan un mar de emociones. Y es que, en el ojo de nuestra mente, no recordamos con claridad los sitios en que hemos estado, ni lo que hemos hecho. Sin embargo, el poder del filme nos puede ayudar a recordar los colores expresivos y la luz que iluminaba esos espacios en donde alguna vez estuvimos, nos sentamos y dormimos. Estas son las maravillas que la obra de Lara Alcántara-Lansberg nos hace recordar.
Phyllis Tuchman
(Caresse Lansberg, traducción)