Retratos de la migración de Ronald Pizzoferrato, por Alejandro Oropeza G.

Tal Cual - Medios Digitales
Alejandro Oropeza G., Artículo, Noviembre 8, 2023
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Antonio Machado, poeta sevillano, 1912.

 

El pasado domingo 29 de octubre se inauguró en los espacios de Beatriz Gil Galería, en Las Mercedes, Caracas, la exposición Fronteras Visuales, de Ronald Pizzoferrato, que integra dos propuestas fotográficas: El camino de los objetos y El Principito en Caracas. Refiere Ruth Auerbach, curadora de la exposición, en atención a la primera propuesta del trabajo: «… registra los forzados desplazamientos y dinámicas de la migración atravesada a pie». Y, al apreciar el trabajo que integra esta indispensable observación, es válido reconocer la pertinencia de trabajo, en la justa dimensión a la que nos confrontamos los venezolanos en el universo de nuestra realidad actual.

 

Ocho millones seis cientos mil venezolanos se encuentran regados, esparcidos por el mundo, atenazando esperanzas y evocando ilusiones en un mar de pérdidas y añoranzas; también, de entregas y logros. El trabajo de Pizzoferrato hurga y escarba más aún, en la debacle de la lejanía, al considerar la realidad de mil infiernos padecidos por quienes solos o acompañados, arremeten la posibilidad de elaborar un futuro confrontando mil peligros, riesgos y padeciendo el acoso de una catástrofe que los persigue y obnubila desde la distancia recorrida.

 

La realidad de la migración se vive desde muchas aristas y visiones, unas y otras apocalípticas, porque significan el derrumbe de la cotidianeidad, de las seguridades mínimas, para confrontar el acoso del minuto que huye y trata de escapar del segundo inmediato que lo acosa; para recordarle, para zaherirle la pérdida de todo lo dejado atrás, de lo roto; todo ello transformado en recuerdos inmediatos. Son, las balsas de la memoria que los mantendrá a flote en la travesía.

Otra arista de la migración, la constituye los que quedan atrás: hijos, esposas, madres, hermanos, amigos, las reminiscencias de lo querido, la propia historia repartida en un millón de cuartos en los que nada pertenece; el olvido, y lo que pasa a ser pasado inmediato al instante siguiente que se deja de ver y contemplar.

El referente de la propuesta entrelaza, cruza e instiga terciopelos visuales de tules sucios, a los que se les extravió la imagen de quien se difumina en un eco contenido propio, diluyendo salvajemente al objeto, con el mensaje insistente de una realidad que nos persigue ahora en cien mil caminos. No se agota el lenguaje en su propia fragmentación, al reconocer y ponderar la vida que, entre tanto, avanza redefiniendo el tiempo propio a través de otras dimensiones, desconocidas y traicioneras...