La sólida trayectoria multidisciplinar de Alexander Apóstol (Barquisimeto, 1969) lo sitúa como uno de los creadores venezolanos más destacados de la escena global del arte. En el desarrollo de su obra, los contenidos y formas de representación operan como estrategias efectivas para articular, desde el discurso estético y el planteamiento conceptual, una línea de pensamiento crítico enfocado en aquellos roles inherentes a la idiosincrasia venezolana.
Su propuesta se orienta hacia la creación de narrativas híbridas que exploran los argumentos de género, cultura y poder, revisitados a partir de la experiencia individual, la historia del arte y la arquitectura. Un repertorio temático que atraviesa las realidades contemporáneas, apelando a la reivindicación y construcción de identidades individuales y colectivas que indagan, asimismo, en la iconografía fundacional de la nación, instituida en lo ideológico, el culto al héroe y los símbolos patrios como pilares de una épica identitaria.
40 modelos políticos pintados en la pared, en Beatriz Gil Galería (Caracas), presenta dos cuerpos de trabajo autónomos, cuyas imágenes transitan lenguajes visuales ubicados en las antípodas de la figuración y la abstracción. Ensayando la postura nacional (2010) y Partidos políticos desaparecidos (2018) se relacionan en una experiencia dialógica, desafiando la interpretación lineal para proponer un ensayo visual que problematiza la noción de autoritarismo y otros mecanismos de poder de nuestra tradición sociopolítica. Por una parte, reconstruye un relato nacional alterno, a través de la apropiación de pinturas y murales alegóricos de Pedro Centeno Vallenilla, artista asociado al régimen militar de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958).
Los postulados ideológicos de la dictadura perezjimenista, basados en la doctrina del Nuevo Ideal Nacional, se manifestaron en un marcado progreso socioeconómico y en un ambicioso deseo de modernizar la infraestructura nacional mediante obras públicas vanguardistas de gran envergadura. Simultáneamente, el ideario del régimen, sustentado en un conservador pensamiento positivista, se enfocó hacia la enunciación de una “épica fundacional identitaria”, fundamentada en el mestizaje y en el desmedido culto a la figura del héroe, personificado en la imagen mesiánica de Bolívar...